Todo comenzó con un dolor en la ingle, cada vez más intenso, que lo llevó a hacerse estudios médicos. El diagnóstico fue contundente: cáncer en un testículo. Fue operado en Santa Fe, pero pronto los médicos detectaron un segundo tumor, retroperitoneal, de mayor tamaño y más difícil de intervenir. Este nuevo tumor le generaba complicaciones intestinales que derivaron en una colostomía.
La lucha continuó con varias sesiones de quimioterapia, pero también con nuevos desafíos. Una infección durante el tratamiento lo obligó a pasar varios días en terapia intensiva. Sin embargo, Nacho nunca bajó los brazos. Volvió a las quimios con determinación, y hoy puede decir con alegría y emoción que el tumor desapareció.
“Todavía me tienen que sacar la colostomía y hacerme controles, pero hoy ya puedo decir que gané esta pelea”, contó. Nacho es futbolista y sueña con volver pronto a las canchas, pero también quiere que su experiencia sirva de mensaje: “A mis compañeros y a todos, les digo que si sienten una molestia o dolor, se hagan ver por un médico. La prevención puede salvar vidas”.
Agradecido y emocionado, Nacho no se olvida de quienes lo acompañaron: “Le agradezco a Dios, a mi familia, a los profesionales del hospital y a todas las personas que, con sus mensajes, formaron parte de mi fortaleza”.